De Tienda a Consulta
Adela Miguel Carmona
Técnico Superior en Ortoprotésica. Licenciada en Pedagogía Terapéutica
Máster en Terapia Integral y Relación de Ayuda
Una Visión Integral del Paciente
Para realizar una correcta comunicación terapéutica con la persona usuaria del producto de ortopedia debo poner mi atención en la totalidad de la persona, es decir, realizar una valoración integral del paciente.
La comunicación terapéutica, que es la base de la Relación de Ayuda, será efectiva para la persona (el paciente) cuando yo, como profesional, haya conocido y comprendido el alcance a nivel bio-pisco-social de su situación-problema.
Cuando una persona acude a la ortopedia con una dificultad física, con una movilidad reducida en alguna área de su corporalidad, esta situación va a afectar al resto de las facetas de su vida: a nivel físico, emocional, cognitivo, social y noética.
Voy a poner mi mirada en las diferentes realidades, llamadas también dimensiones, facetas,… que conforman la persona, el paciente. Y con este ejercicio, puedo también entrenar a mirarme así a mí misma, tomando conciencia de mi propia multidimensionalidad.
Realidad física
La atención ortoprotésica se inicia por una dolencia, carencia, malformación,… que afecta a la corporalidad de la persona y la incapacita en un grado de movilidad, ya sea por percepción de dolor, por alteración de la funcionalidad de alguna estructura músculo-esquelética, afectación neuronal, así como por carencia de extremidades. El grado de movilidad reducida vendrá dado por la idiosincrasia de la patología originaria.
La atención primera del técnico ortoprotésico se centra en el cuerpo de la persona y las necesidades que expresa que dificultan la sensación de bienestar físico.
A partir de aquí, voy a indagar cómo esta situación que se está dando en el cuerpo afecta a nivel emocional.
Realidad emocional
La reducción de la movilidad física por una patología adquirida de forma traumática (accidente de tráfico, laboral, amputación,…) o a raíz de una enfermedad que va degenerando, conlleva la vivencia de una pérdida de la integridad corporal que trasciende el movimiento físico hacia la dimensión emocional: alteración del esquema corporal y la imagen de uno mismo, alteración del sentimiento de eficacia, autoestima, sentimiento de dependencia de acción, miedo a la exclusión social y a ser una carga para los que le rodean,… situaciones que generan una experiencia emocional nueva y desconocida que la persona irá descubriendo a lo largo de su contacto con su realidad. Emociones de fracaso personal, culpa, miedo,… La expresión de estas emociones, de forma espontánea o intencionada, se darán en el proceso ortoprotésico en mi consulta de ortopedia. Yo, como profesional, debo tener en cuenta estas emociones y utilizarlas como información privilegiada para la conducción de la relación de ayuda.
Las emociones no reguladas en situaciones de pérdida dirigen los pensamientos y las acciones del paciente, a veces sin buen rumbo.
Cuando la patología es de carácter congénito, que forma parte de la realidad de la persona desde su edad más temprana, el sentimiento de pérdida no se acentúa en su realidad emocional. Estas personas tienden a cumplir perfiles diferenciados:
- La persona luchadora con un gran bagaje experiencial, que conoce sus necesidades mejor que nadie y mantiene una actitud positiva frente a su realidad física.
- La persona que se ha rendido ante la vida y experimenta su realidad como una zancadilla del destino.
La movilidad reducida ha ido engranando un magma emocional único en cada persona que, conocido por sí mismo o desconocido para sí, va a ser un elemento directivo importante de la participación del paciente en el proceso ortoprotésico.
El malestar que puede provocar la movilidad reducida, la pérdida de una posibilidad de acción, no depende tanto del grado de ésta sino como de la alteración del grado de bienestar que genere en la persona afectada. La subjetividad de esta percepción de pérdida debe ser entendida desde la realidad del sujeto que la vive y su orden jerárquico de preferencias vitales.
A partir de aquí, voy a indagar cómo esta situación que se está dando en el cuerpo afecta a nivel emocional y cómo ambas situaciones (la realidad física y la realidad emocional) afectan a nivel cognitivo a la persona.
Realidad cognitiva
El estilo de afrontamiento de los conflictos y sucesos relacionados con la alteración de la movilidad (agresividad, hostilidad, negación, huida, pasividad o asertividad) la atribución causal de los sucesos (atribuir la culpa de lo que pasa a sí mismo o a su entorno), las expectativas propias, la propia estructura de toma de decisiones frente a su movilidad reducida,… la estructura mental entendida en términos de cómo procesa la información la persona que tenemos delante,… todos ellos aspectos que forman parte de la personalidad individual del paciente y van a ser expresados durante el proceso ortoprotésico, facilitando el desarrollo de la atención profesional o bien generando situaciones difíciles que yo, como profesional, debo tomar conciencia para reconducir la relación de ayuda.
Realidad social
La realidad social es un aspecto de la historia de la persona que se manifiesta durante el proceso ortoprotésico y su conocimiento es de gran ayuda para dirigir la atención profesional con éxito: si vive de forma independiente, en pareja, en casa de los progenitores, si se ha independizado económicamente, estilo de vivienda (adaptada o con barreras arquitectónicas), el nivel de accesibilidad de los servicios del barrio y la comunidad, nivel de estudios académicos, profesión que desarrolla, hobbies, nivel de participación social,…
La actitud de los familiares más directos en relación con la situación de pérdida de movilidad: positiva, derrotista, proteccionista, negación,… y a la respuesta adaptativa del propio paciente: tolerancia, nerviosismo, adecuación al nuevo ritmo de acción, culpabilización,…
Las características culturales en la que ha sido educada la persona, así como su nivel socio-económico van a ser elementos emergentes en el transcurso de la relación de ayuda.
Realidad noética
La persona en situación de pérdida de bienestar por una alteración física puede tener la necesidad de una reestructuración del estilo de vida, de los planes de futuro, de los roles, amigos,… en definitiva del proyecto vital propio. Definir unas metas nuevas que sean factibles a la realidad objetiva es un paso fundamental para recobrar el sentido de la propia vida y poner rumbo a esa dirección. Cuando la persona tiene claro el camino que quiere tomar, sus acciones están direccionadas y facilitan la relación paciente-ortoprotésico. En caso contrario, el malestar que genera la carencia de metas vitales obstaculiza la relación de ayuda por la ambigüedad en la toma de decisiones.
Recoger todos estos datos, a primera vista puede parecer una tarea complicada y que requiere mucha dedicación de tiempo. No obstante, saber realizar las preguntas exactas y entrenar en la observación de detalles concretos durante la visita ortoprotésica me lleva a hacerme una idea general de la historia del paciente.
Publicado en Artículos de Ortopedia #5 – 4º trimestre 2014
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