De Tienda a Consulta
Adela Miguel Carmona
Técnico Superior en Ortoprotésica. Licenciada en Pedagogía Terapéutica
Máster en Terapia Integral y Relación de Ayuda
En nuestro encuentro anterior puse la atención en la importancia de conocer a la persona-paciente, conocerla en su forma de pensar y sentir las circunstancias que le suceden, para poder orientarla desde su propio mapa conceptual de la vida.
Para ayudar a nuestro paciente a decidirse a utilizar un producto ortopédico, es imprescindible comunicarnos con él activando nuestra empatía hacia su situación-problema.
La empatía es la capacidad del individuo de entender, comprender y sentir el sufrimiento, el dolor ajeno.
Hoy voy a compartir contigo, compañero que me has seguido a lo largo de estos 2 años de camino en la Relación de Ayuda en la Ortopedia, la clave que te va a llevar a ser altamente efectivo en la relación de ayuda con el paciente en tu consulta de ortopedia: el Autoconocimiento. Te invito a que sigas leyendo.
Características de las personas que ayudan con eficacia
Las investigaciones dirigidas hacia la excelencia de la relación de ayuda concluyen que los profesionales que ayudan sólo son eficaces si han desarrollado un nivel óptimo de conciencia de sí mismos, y tienen la voluntad de asumir su función de agentes de cambio en la salud de sus pacientes.
Por encima de la formación y aprendizaje de conocimientos técnicos y procesos, prima el conocimiento de uno mismo, como persona, en todos los ámbitos y dimensiones vitales.
El autoconocimiento
● Se basa en saber qué sentimos y poner palabras y nombres a nuestras emociones vividas.
● Implica conocer nuestros valores y creencias. Mis pensamientos más profundos sobre mi vida y la realidad que me envuelve a nivel social, político, económico,…
● Supone detectar cuales son las conductas que dificultan mi bienestar y felicidad, y por lo tanto no favorecen mi adaptabilidad a determinados momentos vitales.
Los profesionales que se muestran atentos al desarrollo de la conciencia de sí mimos como personas individuales son más eficaces proporcionando ayuda que aquellos que no prestan atención a su propia existencia. Y esto sucede así porque la conciencia del sí mismo facilita la capacidad de separar las propias necesidades, percepciones y emociones de las del paciente-cliente. El éxito radica en acompañar a nuestro paciente-cliente a desarrollar su propia autoconciencia, a lo largo de la visita evitando que nuestra propia realidad interna (pensamientos propios, emociones,…) interfiera negativamente en el proceso.
El fenómeno de la proyección está basada en la incapacidad del profesional de separar su propia necesidad de la necesidad del paciente-cliente, llevando al profesional a dar consejos y orientaciones que serían muy válidos para resolver su problema, pero totalmente ineficaces para acompañar al paciente en la historia personal que trae consigo cuando entra a nuestra consulta de ortopedia.
La autoconciencia puede permitir al profesional convertirse a sí mismo en el principal instrumento de cambio y de ayuda para sus pacientes-clientes. La teoría, las técnicas aprendidas, los conocimientos adquiridos sólo son de gran utilidad en el banco de trabajo del profesional, si y sólo si él mismo como persona e individuo se convierte en el primer y principal instrumento de cambio y agente de salud.
Mantener la autoconciencia del sí mimo requiere hacerse las siguientes preguntas durante el proceso ortoprotésico: ¿Qué es lo que está pasando aquí en realidad? ¿Qué emociones me produce la conversación con este paciente? ¿Cómo he llegado a sentirme así con este paciente? Mientras escucho lo que el paciente me está contando ¿Qué pensamientos aparecen en mi mente? Y ¿Por qué estoy pensando esto en este momento? ¿Quién tiene el problema, Yo o la persona a la que estoy atendiendo?
Para conocernos a nosotros mismos es imprescindible detener nuestro ritmo de vida y darnos el tiempo necesario para escucharnos a nosotros mismos, en un espacio de silencio y relajación. Observar, reconocer, reflexionar y cuestionar sobre nuestras propias conductas.
El peor enemigo de mi mismo soy yo mismo. Recordar esta frase me ayuda a ser amable conmigo misma cuando me pongo en marcha en el viaje más largo de mi vida: el viaje hacia mi interior.
Retazos de mi diario: una experiencia de autoconciencia
“El pasado lunes vino a la consulta de ortopedia la Señora C.J. Una antigua clienta de mis primeros años de profesión, cuando yo trabajaba por cuenta ajena. Yo recordaba a la Señora C.J. como una mujer malcarada, con el enfado gravado en la cara, gruñona.
Cuando llamó para solicitar día de visita, me vino a la mente el recuerdo de la imagen de su carácter y forma de afrontar sus dificultades: agresiva.
Por un momento dudé de si quería volver a tenerla como clienta.
Recuerdo mi estado de nervios, el esfuerzo por callar mi malestar, la tensión en mi espalda y hombros durante la visita,…
Ahora, dirigiendo mi propia consulta puedo tomar la decisión de si quiero o no quiero volver a vivir esa experiencia.
Me armé de valor, pensé en la economía y accedí a visitarla. Mi sorpresa fue agradable cuando durante todo el proceso ortoprotésico pude ver a la Señora C.J. con un comportamiento distinto: amable, tranquila confiada, consciente de sus necesidades y capaz de expresarlas de forma adecuada y respetuosa.
La vi con otros ojos o bien ella mostró una parte de sí misma nueva para mí. Pasé de sentirme incómoda en los primeros minutos de la visita a sentirme cómoda con su presencia.
¿Qué había cambiado? ¿Qué hacía que su manera de expresarse fuera tan distinta? No sé qué ha vivido ella en todos estos años que haya podido modificar su conducta hacia una expresión respetuosa. Sí sé lo que yo hice: me preparé emocionalmente para recibirla. Le ofrecí un recibimiento cordial, mostrando mi alegría de volver a verla. Le ofrecí un espacio en el que poder expresar sus necesidades. Dejé de lado mis prejuicios y la pude mirar y la pude ver como si fuese la primera vez que yo estaba con ella. ¿qué favoreció en mí para que yo pudiese actuar ofreciendo ayuda efectiva? Pensé como lo haría una madre con su hijo pequeño: pensé No actúa así para fastidiarme a mí, no tiene ningún problema personal conmigo. Es con ella misma y no sabe hacerlo mejor. Este pensamiento me generó una emoción de ternura que pude mantener viva durante toda la visita”.
“Conocer a los demás es sabiduría, conocerse a sí mismo es Iluminación”
Lao Tse
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Publicado en Artículos de Ortopedia #9 – 4º trimestre 2015
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